PASIÓN. Niños y niñas de comunidades como Río Metate, Llano del Nopal, Cerro Pájaro, Cerro Cabeza, Yosocañu, Rastrojo, Cuyuchi, Río Humo y Río Venado se dedican a practicar basquetbol
La temperatura de la cancha de cemento debe rondar los 38 grados centígrados. El sol da directo a ella, pero aun así ellos prefieren correr descalzos tras la pelota de baloncesto. El calor en los pies no importa, lo único que quieren es encestar y llevarse un trofeo. Son niños entre ocho y 10 años de edad, quienes desde hace seis meses entrenan basquetbol.
Sus metas son varias, la principal: salir de esta zona y decirle al mundo que la región triqui no sólo es San Juan Copala, que aquí también viven niñas y niños triquis con sueños y deseos de saber qué más existe detrás de las montañas que los rodean.
Por el momento ya ganaron un subcampeonato en el Colegio Francés de Aguascalientes, que los califica para que en equipo —ocho niños y dos niñas— viajen en julio próximo a Orlando, Florida. Así comienzan a cumplir otro de sus objetivos: combinar la educación con el deporte. Atravesar fronteras, lo saben, no resultará sencillo.
Los recursos no saben de dónde saldrán, porque aquí los padres de familia no ganan ni el salario mínimo y un boleto de avión redondo hacia esa ciudad de Estados Unidos cuesta unos 10 mil pesos. El hospedaje y la alimentación ya están garantizados.
En los últimos meses la región triqui ha sido noticia por los conflictos en San Juan Copala, donde este año se han registrado diversos hechos violentos con saldo de 30 muertos. Pero hoy, con pelota en mano, los niños expresan que ellos también son triquis y que aquí no quieren violencia.
En esta población, a unos 300 kilómetros al nororiente de la capital de Oaxaca, los niños prefieren jugar descalzos. Tienen tenis, pero cuando llegan a la cancha se los quitan, porque pareciera que pierden energías. Se despojan de ellos y parece magia: corren sobre la cancha a la velocidad de un conejo, brincan y luego... encestan.
Pasiones encontradas
Su entrenador Sergio Zúñiga, un hombre de piel morena de aproximadamente un metro con 70 centímetros de estatura, es originario del Distrito Federal, profesor de educación física, agremiado a la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y llegó hasta aquí porque su pasión es el basquetbol y el cariño por los niños.
Los ha mentalizado —y si pudiera se los tatuaría en alguna parte del cuerpo— que a través del deporte pueden hacerse de becas para la preparatoria y alguna licenciatura, dos niveles educativos que son difíciles de cursar en esta comunidad de unos 2 mil habitantes, al igual que el resto de la zona triqui, debido a su precaria condición y a la falta de universidades.
Zúñiga tiene la experiencia. Anteriormente entrenó a niñas de la región mixteca que ganaron campeonatos y obtuvieron becas deportivas para seguir estudiando preparatoria y licenciatura. Él dice que la violencia que aqueja a esta zona del estado de Oaxaca puede solucionarse con la educación, pero también con el deporte.
Todos estos niños y niñas hablan su lengua madre: el triqui. Ernesto Merino, uno de los asistentes del entrenador y oriundo de este poblado, recuerda una anécdota: recientemente fueron a un torneo de basquetbol a Aguas Calientes —del que se trajeron el segundo lugar—. “Allá la gente se sorprendió cuando vieron que se quitaron los tenis, porque empezaron a jugar, pero nomás no podían”.
“Se quitaron los tenis y empezaron a anotar puntos. Aquí siempre juegan descalzos y cuando vimos que no podían moverse bien, hablamos con los organizadores y les dijimos que si era posible que se quitaran los tenis. Nos dijeron que sí. Fue entonces cuando empezaron a encestar, de haberlo hecho antes había la probabilidad de que se trajeran el primer lugar”.
Para traerse el segundo puesto debieron despojarse de sus tenis y recibir las instrucciones en triqui, porque difícilmente comprenden el español.
Con música bajo el sol
Son cerca de las 12 del día en fin de semana y en el altavoz del centro del pueblo se escucha música de José Alfredo Jiménez. En la parte baja de la cancha, una familia ha matado dos reses para celebrar una boda y ahí se congrega la gente para comer, incluso, los jugadores y entrenadores de basquetbol.
Entre la música y la vivienda donde sirven comida gratis se ubica una de las cinco canchas de basquetbol con que cuenta este poblado. Ahí dos equipos de niños de unos nueve años de edad —aunque su complexión refleja seis— se disputan un trofeo.
Estos jugadores comparten el día con el festejo del Estudiante MULT (Movimiento Unificador de Lucha Triqui), organización fundada a principios de los ochenta para exigir al gobierno mejores condiciones de vida, con la guía de Heriberto Pazos Ortiz, asesinado el 23 de octubre pasado.
Posterior a la fundación del MULT, organismo de izquierda, nació la Unidad de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), filial del PRI, para hacerle contrapeso a la primera. A finales de 2006 hubo desertores de ambas organizaciones para conformar el Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente (MULTI). Pero en este pueblo sólo el MULT tiene presencia.
Para llegar a Río Venado se debe pasar por una accidentada carretera de terracería que se asemeja a una serpiente que escupe polvo. El asistente Ernesto Merino dice: “Así como algunos partidos pintan bardas o ponen mantas diciendo que ese es su territorio, así debemos ponerle nosotros, que este es territorio 100% del MULT”, porque son 18 comunidades triquis las que conforman esta organización.
El MULT financia el proyecto deportivo, porque los niños se lo merecen, dice uno de los dirigentes en la región. Rufino Merino afirma que la paz aquí reinará si hay educación.
http://www.eluniversal.com.mx/estados/79037.html
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